Poniendo orden tecnológico en el despacho

He pasado el fin de semana haciendo poniendo un poco de orden tecnológico en casa.

He actualizado el equipo Windows 10 de mi pareja a la versión anniversary update, así como el netbook del que hablaba el otro día...

También he actualizado un par de equipos que rondan por casa con Windows 7... He aprovechado para poner un poco de orden en los certificados digitales de la empresa de un familiar y aquí he tenido una primera sorpresa.

Los certificados digitales estaban almacenados en un volumen TrueCrypt y subidos a una cuenta OneDrive. Como TrueCrypt dejó de ser seguro -según los mismos desarrolladores-, he descargado e instalado VeraCrypt, la mejor alternativa que he encontrado compatible con el antiguo TrueCrypt.

El modo TrueCrypt en VeraCrypt

Sin embargo, VeraCrypt no es "completamente" equivalente a TrueCrypt, como esperaba. Esto lo descubrí un poco por no prestar atención, todo sea cierto, pero es suficientemente interesante como para dejarlo por escrito.

Resulta que descargué los volúmenes encriptados con TrueCrypt e intenté montarlos con VeraCrypt. Sin embargo, una y otra vez recibía el mensaje de que la contraseña era incorrecta, el volumen no era compatible o algo por el estilo.

Después de repetir la entrada de la contraseña varias veces, de verificar que, efectivamente, la contraseña era la correcta, etc, me di cuenta de que había una casilla en el cuadro de diálogo de VeraCrypt que no estaba en la misma ventana en TrueCrypt:

Nótese la casilla "TrueCrypt Mode"
Entre el desplegable de PKCS-5 PRF (Autodetection) y el botón de Cancel hay una casilla para indicar que VeraCrypt debe actuar en modo TrueCrypt.

Pues bien, si no la marcas, no puedes abrir los volúmenes TrueCrypt con VeraCrypt, recibiendo el mismo mensaje de contraseña incorrecta.

Una vez marcada, pude montar el volumen y acceder a su contenido sin mayores problemas.

Linux en un Pentium 4, 3GHz, 3GB RAM

También he abierto un viejo Optiplex GX 280 que tengo debajo de la mesa para ver qué le pasa. Como era de esperar, no le pasa nada: le he pinchado un disco, he arrancado con Slitaz 4.0 (en un viejo pendrive de 128MB!!) De hecho, ha funcionado tan bien que lo he instalado en el disco duro.

Slitaz 4.0 volaba en el equipo (3GB de RAM), aunque desgraciadamente no he conseguido que reconozca ni una tarjeta wifi PCI, ni dos tarjetas Wifi-USB que he probado.

Viendo el rendimiento de la distro en el equipo, he pensado que podría aprovechar el equipo para las pruebas que estoy haciendo con Docker (estoy teniendo problemas para construir imágenes en la Raspberry Pi 2). Y como he estado viendo las charlas de la DockerCon 2016 presentando -entre otras cosas- Docker para Windows/Mac, he pensado que podría usar este equipo como "desarrollo para Docker", una especie de Raspberry Pi gordota.

Pero Docker para Windows sólo funciona en equipos 64bits, hasta donde yo sé. Así que después de buscar en diferentes sitios donde se decía que algunos modelos de P4 sí que eran de 64 bits, he encontrado la respuesta definitiva entrando en la BIOS del equipo. Y resulta que no, que mi P4 no es 64 bits.

De todas formas he pensado en instalarle un Linux y usarlo para practicar... He optado por  Elementary, pero la última versión sólo está disponible en 64 bits. He decidido tirar del CD de NetInstall que tengo de Debian, pero durante la instalación se me indicaba que necesitaba drivers "non-free" para la tarjeta de red inalámbrica.

He descargado el paquete indicado en el Mac y lo he copiado en un pendrive, como indicaba el instalador. Pero por algún motivo no lo ha reconocido. He probado descomprimiendo el paquete y colocando el fichero indicado en la raíz del pendrive. Pero de nuevo el instalador lo ha ignorado.

Incluso he cambiado de pendrive y he usado uno formateado como FAT32. Pero ni así.

He probado con otros pinchos USB, pero el instalador ni tal solo los ha reconocido.

Así que me he cansado y he instalado un Windows ThinPC que tenía por casa y todo ha funcionado sin problemas. Cuando he pinchado el mismo USB-Wifi en Windows, he introducido el CD con los drivers, a través del Administrador de Dispositivos he actualizado el driver y me he conectado a la Wifi sin problemas.

Siento tener que decirlo, pero creo que Linux no puede seguir fallando en estos temas, convirtiendo la instalación en una odisea sin sentido y sobretodo, sin final feliz.

Por supuesto, podría intentar instalar Linux Mint o alguna otra distro, pero eso supone que tendría que descargar la ISO, pasarla a un pendrive e intentar de nuevo la instalación, sin saber si concluiría con éxito. Demasiado esfuerzo.

Pero para un usuario que quiere reaprovechar un equipo o quizás, simplemente probar Linux, es un peaje demasiado costoso cuando la instalación de Windows simplemente funciona.

Así que al final del día, he desmontado el disco y he vuelto a guardar el equipo bajo la mesa, a la espera de que se me ocurra algún uso para reaprovecharlo.

Limpieza de CDs

Pues sí, revisando en la estantería que tengo junto a la mesa, me he sorprendido encontrando una gran cantidad de cajas de ¡CDs vacías! Imagino que en su día las guardé por si las necesitaba y ha pasado el tiempo sin que me acuerde de tirarlas.

Hasta hoy.

También he aprovechado y he eliminado las cajas de los CDs de instalación de algunos sistemas operativos que grabé en su día. Los he pasado a fundas individuales, reduciendo el espacio necesario a una quinta parte, aproximadamente.

También he revisado los CDs de drivers y demás que también guardaba. Muchos de los chismes para los que eran necesarios los drivers ya nos los tengo. Así que los he lanzado todos al punto de reciclaje.

Al final, he guardado únicamente unos CDs vírgenes en sus cajas, todavía con la funda de plástico transparente. Más que nada, por nostalgia y por esa vocecita que me dice "igual algún día los necesitas para grabar algo".

Aunque si necesito graba algo, no sé exactamente dónde los grabaré ya que cada vez tengo menos lectores/grabadores de CD/DVD en casa.

De hecho, el otro día estuve haciendo un cálculo rápido y todos los CDs que tengo con música en mp3 me cabrían en un disco duro externo de 500GB. Y eso sin tener en cuenta que hay una buena parte de música bajada a lo loco, sin demasiado criterio y sin que tenga muy claro incluso el porqué.

Supongo que parte del problema es que antes era tan costoso bajar música -la conexión a internet era lenta y cara, en general- que me acostumbré a copiar la música que me dejaban mis amigos y conocidos, aunque no me acabara de gustar; sólo por "si acaso".

En fin, que esos días han pasado. Tengo problemas para escuchar esa música -incluso la que me gusta- porque en el Mac no tengo unidad lectora de CDs, así que en muchos casos me resulta más sencillo buscar la música en YouTube que no pasarla de CD al Mac o al iPod...

Pero el tema de la música lo dejo para otro momento...

He limpiado la mesa, reordenado los cables... No he conseguido avanzar demasiado con Docker -quizás en otro momento hablo sobre eso.

Pero tengo los equipos a punto, el espacio de trabajo ordenado y limpio... Y esa sensación de satisfacción de las cosas bien hechas.

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